11 jul 2013

Te conocí en mi cumpleaños.

Era septiembre. El frío aún no se iba y el calor estaba lejos de venir.

Yo bailaba y me celebraba. Ebria de alegría y vacía de felicidad. Era un buen día para el último tiempo.

Eran 3 meses sin él, y mi  vida representaba el caos de una anhelada soltería olvidada y perdida entre intensos amores falsos y falsos amores intensos.

Entraste por la puerta con mis amigos –que eran los tuyos-. Yo sabía quién eras y de seguro tú lo sabías de mí.

Algo de mí supo que, ese día, se desataba el temido caos de encontrarnos.

Creo que fui lo suficiente borracha e irritante para dar tantas vueltas en tu cabeza hasta el punto que no supieras si me odiabas, o si habías caído en la insoportable intención de tenerme –o ambas-.

El impulso de querer tenerte vino rápido. Poco después de irritarte con temas sobre ella (que había estado con él), y poco antes de irritarte con cualquier cosa.  No sé si era lo prohibido o eran tus ojos grandes mirándome. Yo ya sabía que para entonces –y para ti- yo era la más bonita del mundo.

Habría sido fácil simplemente dejarse. Sin importar terceros. Pero fue más que eso.

Sin quererlo, me encargué de verte más de una vez – o más bien-  de que me vieras. Tú por tu parte te encargaste de intentar no verme – porque tú sabias – verme significaría inevitablemente, mirarme.

Nos vimos tres veces.

La primera, te conocí - fingiendo no saber quién eras -. Yo supe que te gusté. Te escuché: me tiene loco.

La segunda, llegué fingiendo no saber que estarías ahí, y fingiendo no saber que me mirabas con esa cara de idiota. Ese día – más que proponérmelo-, lo supe. Me acostaría contigo.

La tercera, y la última, fingí no conocerte, a pedido tuyo. Te pude mirar -en el escenario- y no pudiste fingir no conocerme.

El último día estabas tú, con ella –aunque por pocos días más-. Estaba yo, e incluso llegó el, que no venía conmigo. Fue la última vez que lo vi. Fue la última vez que te vi a ti estando con ella.

El tiempo entre la última vez y la primera vez que me buscaste, fue extraño. Parecieron meses  y creo que no superó las 2 semanas. Fue un tiempo raro. Salimos con quién no debimos salir, te dañaste, te alejaste del mundo, yo me sané un poco, y me alejé de un tiempo peor que no me enorgullecía.
Nos alejamos para terminar encontrándonos.

El día en que me buscaste –grité, corrí-. Me apasionabas. Pensé que nunca te atreverías, a buscarme, a confirmarme lo que yo sabía:
Te acostarías conmigo.